domingo, 23 de abril de 2017
RUTA AL CEÑO. 15/04/2017.Andando nuevos caminos en Casares.
Nueva ruta abierta en Casares de las Hurdes, difícil encontrar adjetivos para describir lo que mis sentidos percibieron, decir que si hay lugares o sitios singulares en nuestra geografía, este lugar lo es, en mi opinión, paraje insignia, baluarte y estandarte de Casares, topónimo que daría nombre a una Asociación Cultural que se fundó en el pueblo por los años 80, bien podría ser declarado como tal.
¿Cuántas veces oí? ¡el Ceño!, ¡el Ceño!, ¡el chorro del Ceño!, siempre observado desde la Pregonera, aprovechando el zoom de la cámara lo acercaba a través de su lente y hasta ahí..... por fin, camino abierto, novedad esta Semana Santa, sirva desde aquí felicitar a los que lo hicieron posible, buena y bonita iniciativa.
Salida del Calvario a las 8:08, mañana fresca, esperando un buen amigo, Manolo, “Chanquitas”, 65 años, para patear este nuevo camino abierto pero con muchas historias de otros tiempos. Vivencias de su niñez me contó en estos parajes cuidando cabras en las majadas; hasta tres días sin poder volver a casa por el nevazo que cayó, sin ropa, sin comida, las cabras sin poder salir de la majada, bebiendo la leche de las cabras con Amable el hermano de mi padrino me cuenta, esto fue en la “maja de Pedro el foroso”, arriba en el “Collao”, cuando tenía 10 años.
Pasamos por encima de las Roverdes, dejamos atrás la Pregonera y llegamos casi hasta la apretura de la presa Maja Robledo, a la altura de la Fuente el “Morilonso” cojemos la senda abierta que nos baja hasta el río, cruzando podemos disfrutar del reflejo de los rayos de sol que se intercalan entre el ramaje de los árboles en el agua. Continuamos hasta el Valle de las Parras, tomamos aire en el “Llano Majadal”, con la vista puesta en lo alto del “Collao”, rodeados de gigantes brezos de flor blanca como la nieve, especial aroma desprenden. Bajada considerable para subir de nuevo hasta los restos de la “maja del Arroceño” que pertenecía al “ganao” de Jurde, dos porteras, el camino la parte en dos y en la esquina de la izquierda la caseta del pastor. Nos adentramos en el cañón del Arroyo del Ceño, estrecho, apretado por las cumbres rocosas que acompañan todo el río Jurde, cruzamos dos veces el arroyo y al margen derecho del mismo trascurre la senda cañón arriba, ahora, más cerca de alcanzar el descanso de la caída del agua de la chorrera la melodía de estas aguas empieza a sonar, aguas que ven la luz por encima del “Pasilito”, donde sesteaba el “ganao” y debajo del “Collao de Don Diego”.
Llegamos al final del camino, ante nosotros una vertical, descuelgue de una cascada estrecha, de aguas tranquilas esta mañana, poco ruidosa, trasmitiendo serenidad, calma ¡paz se respira!. Cinco saltos de diferente longitud componen la misma, en la parte alta verde intenso el de los verdiales que escoltan la caída de la chorrera del Ceño, en la base de la chorrera formado un charco de agua transparente y limpia, para dejar correr sus aguas arroyo abajo hasta desembocar en el “Río Jurde”. Azul intenso de un cielo despejado sobre nuestras cabezas dando el reloj las once de la mañana.
No conformes, ahora sin camino, ni “verea”, llegan otros dos amigos, Tito y Alex, nos disponemos a alcanzar el “Pasilito”, a nuestros pies los saltos de agua que desde abajo no se veían, regresamos a la base de la chorrera, un “bocao”, (briñuelos), un trago de agua del charco y nos disponemos a desandar lo andado, parada obligada nada más salir para ver la cueva en lo alto de la umbría donde anida el águila, los buitres que sobre vuelan la zona nos lo recuerdan. Ellos por la misma senda, Manolo y yo cruzamos el arroyo, dejamos atrás la huerta de tío Kiko “polainas”, abuelo del alcalde, con enormes troncos de castaños secos, desde aquí bajaba a cuestas los sacos de castañas hasta la Huetre. Bajamos hasta llegar al río, continuamos río abajo acharcando y colándonos por entre el ramaje de los árboles como pudimos, saltamos la roca de la cebera, y parada obligada en las huertas de abajo; rostro serio, nostálgico el del alegre Manolo en estos momentos; con voz firme y recia dice: José, esta es la herencia que me dejó mi padre, mira, ¡qué florero tengo! Si mi abuelo Miguel el “zambo” levantara la cabeza.....,un apretón en el hombro y seguimos bajando hasta coger el camino que sube desde la Huetre al mirador de la Pregonera, subimos la Cuesta del Guindo que da vista al pueblo, pasamos las “Cortijitas”, la “Vega los Jongos”, aquí me cuenta Manolo que su abuelo mató a un hombre y que en aquellos tiempos le costó séis meses de cárcel, la “Jorescosa”, el “Olivar” y la “Carrasquita” para reponer fuerzas en el bar de Juan, buen chorizo y buen queso acompañaban las cervezas que nos tomamos cuando el reloj daba el medio día.
jueves, 6 de abril de 2017
Ayer en el acto de presentación del libro, LAS HURDES: Ocho siglos de historia, escrito por alguien de los nuestros, uno de Casares. Orgulloso y presumiendo, haciendo gala de lo ajeno y de lo propio, diciendo, no solo es que el libro trate sobre mi tierra sino que además, lo ha escrito uno de mi pueblo, se rompía el silencio que desprendían los peldaños de cantería que dan acceso a la sala el Brocense en el complejo San Francisco de Cáceres esta mañana sobre las diez y cuarto.
El dicho ese que dice: En esta vida hay que hacer tres cosas: Escribir un libro, plantar un árbol y tener un hijo, Juan lo has hecho realidad, mi más sincera enhorabuena, además cumples tu sueño; que tu libro vea la luz a través de su publicación, gracias por acercarnos a través de sus páginas a nuestras raíces, a nuestras costumbres.
Deseo que disfrutes durante muchos años junto a tu familia del éxito del mismo.
Invito a todo el que quiera conocer mejor la historia de Las Hurdes a que se de un paseo por sus páginas, seguro estoy que este libro será un documento necesario y a tener presente en coloquios, charlas o futuros estudios sobre nuestra comarca.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)