Domingo 25 de enero, como no hay cosa que más me guste que andar las calles, los caminos y veredas de mi pueblo cuando voy, me dispongo esta mañana hacer la ruta al Collao.
Me levanto a las 9:00, un colacao, y salgo a caminar con el bastón de compañero y la verdad, sin tener del todo claro si lograré alcanzar el objetivo de beber agua en la fuente del Collao, a unos 1.112 mt. a los pies de los restos arquitéctonicos de la majá de los Forosos. Desde la curva del calvario camino por la pista que lleva a la presa de Maja-Robledo hasta alcanzar loS repetidores dejando atrás en la gélida mañana, pisadas, historias, besos perdidos en el camino empedrado que sube a Robledo, invadido por el silencio y la paz que trasmite el entorno percibe mi oído el golpeteo del agua que cae del rebosadero de un pozo de riego sobre una piedra en el arroyo del Bujón y sin darme cuenta mi nave nodriza vuelve a tiempos en los que estos huertos hoy medio perdidos eran un vergel de hortalizas, mi sentido auditivo llega a percibir los golpes de la azada labrando la tierra. Sigo por la pista, alzo la vista y observo como Robledo duerme en el letargo de la larga noche fría, descansando a media ladera entre la pista y la Sierra, el pilón, donde los vecinos de Robledo con sus cántaras cogían el agua, no puedo menos recordar una casa que siempre me acogió y me acoge fenomenal, la de tío Leodoro y tía Visita. Ahora toca disfrutar a vista de pájaro de los tejados, cubiertas de lanchas, de la silueta en forma de herradura que conforman las construcciones de Casa Rubia y como el asfalto hizo que la Huetre creciese paralela al mismo, alejándose de lo que en otros tiempos fuera la Gran Vía. Unos dos kilómetros y medios recorridos a través de la pista paralelos al transcurrir de las aguas del río Hurdano, encima de la Huetre, comienza realmente la aventura de hoy, a la derecha de la pista sale el tramo de camino que han limpiado y preparado ahora a propuesta de la Administración Local con fondos europeos.
Comienzan los primeros zig-zag de la vereda hasta cruzar otra pista que sube hasta la curva de la canchera en el límite de provincia, se hace bien el camino, llaneando, bordeando las curvas de nivel me voy adentrando en el corazón de la Sierra de la Canchera, en frente, magestuosa ella, la Sierra de la Corredera nevada. Paso de una zona de matorral en la que me han salido al encuentro un par de perdices para entrar en una zona de pinar recientemente entresacado siendo sorprendido ahora por un bando de media docena de palomas, en el camino todavía restos del antigüo empedrado, piedras cubiertas de musgus, el cual no se pierde ni en verano a pesar de ser ladera esta de solana.
Cansado, dejando atrás el frío de la mañana empiezan a sobrarme atuendos y ropa, dubitativo por un momento, no sé si regresar, todavía queda un trecho, pero volver la vista atrás, contemplar el fondo del valle hasta más allá del Pico de la Gineta, hace que coja aire y fuerza para seguir caminando, con la presa al fondo en medio del cauce no puedo negarme hacer el último tramo del camino, ahora ya entre encinas, en el que el desnivel es mucho mayor, llego a los restos de la majá del Collao, conocida también como majá de los forosos, sin olvidar que a la margen izquierda del río he dejado atrás otra, la majá de la Vaera, mis pulmones se abren a tope para coger aire de nuevo, ¡qué aire!, contemplo lo que bien podía ser el tazón del desayuno labrado en el tronco de una encina a la puerta de la majá y me dispongo a coronar la cima, al Este el cortafuegos que recorre la cuerda de la sierra hasta el cruce con la carretera, punto de espera de los hurdanos a la Virgen de la Peña de Francia cuando nos viene a visitar, al Oeste la Sierra de la Correderina y al Norte, las llanas tierras de Castilla, yo con la nieve en los pies a pesar de que ya hace días que nevó no puedo menos de contemplar lo que mis retinas tratan de grabar y ahora soy incapaz de describir, ¡cómo no! Las Hurdes, primera maravilla rural 2014.
Bajo hasta la maja otra vez, inevitablemente me desvío unos pasos a la derecha de la majá para beber agua, objetivo conseguido, fuente cristalina, su susurro hace que me siente, cierre los ojos y mi mente divague, los rayos de sol luciente penetran, se intercalan entre el ramaje de las encinas.
Es hora de emprender el regreso, desandar lo andado, con menos paradas pero algunas inevitables para seguir disfrutando de la nieve en la Corredera hace pensar que abrá que repetir y continuar la próxima por la cuerda de la montaña hasta......... donde mis piernas aguanten, en hora y diez minutos me encuentro de nuevo en la pista, una mañana que la palabra que podría describir la experiencia o aventura, es ARMONIA.